RITUALES DE ALUMBRAMIENTO VASCOS

HONRANDO LAS TRADICIONES DE IZPANIA

 Cuentan las antiguas voces de Euskal Herria que, en el principio de los tiempos, las emakumeak (mujeres) parían de pie, porque sólo de pie se puede engendrar algo digno.Durante nueve lunas las panzas crecen, las caderas se ensanchan y la vida, resultante del amor, se hace presente de arriba hacia abajo, como acercándose a besar la tierra que es la madre de todos los vascos. Así lo había enseñado Amalur (la Madre Tierra). L@s hij@s se paren con cierto dolor, pero es un dolor que no importa que duela, porque es consecuencia de un acto de amor y preludio de una gran felicidad, porque se logra la continuidad de la vida.La vasca -mujer simple, fuerte, generadora de gizonak (hombres) de bien, y emakumeak (mujeres) laboriosas- mientras pare le va contando a la sorgina (bruja) que oficia de partera todas las ilusiones que guarda en su corazón para ese txiki (criatura) que trae al mundo que Amalur creó para él. La sorgina va diciendo los conjuros del amor para que se cumplan los deseos de la amatxo (madre) y, de vez en cuando, sacude una bolsa que contiene unos pequeños guijarros para que el niño conozca su pequeñez en el universo y no lo afecte la soberbia.También a su alrededor deben colocarse cosas que deben ser las primeras en sentirse, para que comience de inmediato su aprendizaje.

  • Para que su espíritu se eleve imitándolo se colocan plumas de halcón peregrino, porque ese pájaro usa el viento en contra para ascender y es capaz de planear hacia arriba.
  • A un lado se pone un rulo de lana, para nunca le falte el abrigo de su familia.
  • Al otro lado se colocan algunas semillas, para que sepa que el pan se obtiene luego de morir el grano para crear el trigo vivo que crecerá y traerá mucha cosecha.
  • Un lauburu (esvástica vasca de lados curvilíneos) para que lo proteja siempre.
  • Un nudito hecho con los cabellos del aita (padre) y la ama (madre), como sello de la promesa de amor que se han hecho.
  • A veces se ponía una pequeña Eguzki lore (flor de cardo que simboliza el sol), protectora contra los males del mundo, para que nunca le falte la luz del sol.
  • Un poco de tierra para que tenga ese lazo indestructible con la sangre y el sudor de los ancestros que la regaron generosamente.
  • En una cáscara de nuez se colocaba miel, para que la amargura no llegara nunca a su corazón.

Cuando la criatura nacía, no se la palmeaba, sino que se la agitaba hasta que el llanto avisaba a la sorgina que era tiempo de conocer a su madre, que luego de parir se recostaba y colocaba al recién nacido sobre su pecho, para que nunca más olvidara del olor y el calor de su ama.Cuando se expulsaba la placenta, ésta era enterrada en los campos de sembradíos para hacerlos más fecundos. Cuando este bebé, ya persona adulta, hubiera cumplido su ciclo y su cuerpo muriera, también se lo cremaría y sus cenizas serían arrojadas al viento para que Amalur la llevase adonde la tierra necesitara ser más fértil, porque de Amalur -la Madre Tierra- venimos y a ella algún día volveremos.

Fuente: Mythobasque Foundation Mitologia Vasca

Este texto se ha tomado del grupo «LA VOZ DE DOÑA LOBA»

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